Windows 45 (Operación Valquiria)

Hacking the Third Reich

Cruise/Stauffenberg: hacking the Third Reich

Se preguntarán qué tiene que ver el atentado del 20 de julio de 1944 contra Hitler con los ordenadores. La verdad es que no he dejado de pensar en esto desde que David de Ugarte publicó su famoso libro sobre redes, en el que planteaba el 11-M como un devastador ejercicio de hacking social. Los terroristas, en vez de servirse de armas de destrucción masiva, utilizan las mismas infraestructuras que sirven para asegurar el funcionamiento normal de la sociedad. En aquel caso el transporte público y los medios de comunicación. El objetivo consistía en buscar una conmoción de gran alcance. Los resultados reales fueron probablemente más allá de la intención: un vuelco en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, al cual siguió el hundimiento de la España de Aznar.

Los conspiradores del 20 de julio, en circunstancias muy diferentes, perseguían un fin que hoy se considera históricamente respetable -desde la Edad Media una larga tradición de pensamiento político apoya el tiranicidio-: provocar un cambio en el curso de la guerra, abrir el frente occidental a los angloamericanos y concentrar todos los recursos militares en el Este. Sin ninguna garantía firme de éxito, esta maniobra, que implicaba el fin del Régimen de Hitler, constituía la única esperanza de evitar la aniquilación de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

El golpe de mano, que incluía la movilización de las mismas tropas de reserva acantonadas por Berlín para combatir una posible sublevación de la numerosa mano de obra esclava en Alemania, fracasó debido a una concatenación fatal de factores adversos. Para empezar, el dictador sobrevivió al atentado (CPU no desactivada); después, los conjurados mostraron una imperdonable falta de decisión (los hackers se quedan ante la shell sin hacer nada o intentan quitar el enchufe a toda prisa); finalmente los soldados que debían arrestar a los jerarcas del régimen son neutralizados por Goebbels y una llamada telefónica del propio Hitler (los administradores recuperan el control).

El resto, reinicialización, carga del kernel, inserción de módulos, configuración de periféricos (¡teclado alemán!) system ready. Una auditoría brutal, eliminación de usuarios no autorizados y programas parásitos, depuración de código, parches. La guerra continuó durante otros diez meses, con muchos millones de muertos y la destrucción del Reich. Seis décadas después, un actor mediocre hizo una película y se quedó con el papel principal, el del Conde Klaus Schenk von Stauffenberg.

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