Posts tagged ‘redes sociales’

18/10/2012

Nueva red social para musulmanes

Esta vez, y para variar, la próxima gran innovación en el ciberespacio no procede de Silicon Valley ni de algún apartado garaje californiano, sino de Estambul, sede administrativa de la red social Salamworld, que para el mes de noviembre tiene previsto poner en funcionamiento su primera versión beta. Según Abdul Vakhed Niyazov, ejecutivo principal de la empresa, Salamworld no es estrictamente una red dedicada a la religión, sino un sitio de reunión basado en los valores característicos del Islam. El anuncio de este proyecto viene acompañado, además de una comprensible expectación, de voces críticas que cuestionan el intento de probar suerte en un mercado tan saturado como el de las redes sociales.

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29/09/2012

De pianistas y redes sociales

Escribir sobre la agonía de las discográficas -proceso que como todo el mundo sabe se ha visto intensificado por las descargas ilegales- no tiene a estas alturas mayor interés que el de completar el estudio de los efectos de Internet como agente disgregador de las estructuras económicas tradicionales en medio de una crisis financiera que parece no tener fin. Más ameno es hacerlo acerca de las estrategias aplicadas por algunas casas de prestigio como EMI, que se sirven del comercio electrónico y de los recursos de las redes sociales para reactivar un negocio por el que ya nadie parecía apostar, como es el lanzamiento de nuevos artistas de música clásica. Y no mediante productos tecnológicos como el SACD o el DVD audio, sino a través del propio factor humano, del talento en bruto, o mejor dicho, aquello que un buen comercial consiga hacer pasar por talento.

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01/09/2012

Claves de la cultura digital

¿Existe algún libro que en 200 páginas sea capaz de proporcionar una explicación comprensible y detallada del complejo mundo de tecnologías digitales en torno al fenómeno de Internet y las redes sociales, que describa su influencia y sus repercusiones en la vida moderna y que al mismo tiempo no emplee tecnicismos informáticos, conceptos de ingeniería o términos académicos de ningún tipo? Sorprendentemente lo hay: lo ha escrito Tom Chatfield, editor de la revista Prospect Magazine y experto en temas de Internet, y se titula «50 cosas que hay que saber sobre el mundo digital» (Ariel 2012). Escrita en forma de guía de conceptos clave y perteneciente a una serie de libros que sigue el mismo método para explicar temas de actualidad en otros ámbitos del conocimiento (arte, psicología, historia, etc.), la obra no solo expone la práctica totalidad de temas que integran el panorama actual de la economía digital, sino que va más allá, en el sentido didáctico de sugerir al lector nuevas perspectivas y métodos de comprensión de un mundo que en pocos años ha sido transformado de raíz por la revolución de las redes informáticas.

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21/08/2012

Reactivación del blog

Después de una larga ausencia, motivada por la necesidad de emplear la mayor parte del tiempo en la escritura de un libro sobre Informática Forense e investigación de medios digitales, asi como varios artículos de prensa y otras actividades, me he decidido a regresar. No pensaba hacerlo porque había perdido la costumbre, y de todos modos la blogosfera no es ya lo mismo. Resulta inevitable, no solo en mi caso sino como norma general, que tras una época de entusiasmo generada por la novedad, sobrevenga cierto cansancio. No solo la economía mundial y el Euro sufren la crisis: también experimentan signos inequívocos de declive las redes sociales, al menos en sus formas e implementaciones presentes -Facebook, Twitter, LinkedIn, etc.-.

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23/02/2011

Altavoces acoplados y retroalimentación en la Web 2.0

Después de haber presenciado dos fenómenos recientes como Wiki Leaks y los levantamientos en el Magreb ya no debería quedar nadie que piense que esto de las redes informáticas no es más que una frivolidad impulsada para nutrir la cultura popular y dar vida a los mercados de la electrónica de consumo. El año electoral en el que nos encontramos es como una especie de ensayo para el próximo, en el que se decide sobre la apertura de un nuevo ciclo político en España. Aunque no suficientemente planteado a estas alturas, a diferencia de otros que conciernen a la economía, las pensiones y la estructuración territorial del Estado, uno de los grandes interrogantes para los próximos meses será de qué modo las nuevas tecnologías influirán en las campañas políticas más. No cabe duda de que lo harán. El pásalo del 11-M, las redes de blogs socialistas que durante la era Zapatero han cumplido con diligencia su misión de transferir capilarmente a la sociedad la propaganda del gobierno, los cerditos voladores del Lehendakari López en 2009, tienen un carácter más estructural que anecdótico. Eso que llaman Web 2.0 -compuesta por los blogs, las redes sociales, el twitter y diversos entretenimientos incrustados en el navegador de Internet- no solo sirve como herramienta propagandística. También tiene potencial para cambiar la comunicación y el mismo funcionamiento de la sociedad.

La primera Internet, surgida a comienzos de los 90 del siglo pasado, tuvo un carácter estático, sin margen para la interacción, salvo el correo electrónico, FTP, los newsgroups, algunos foros y un conjunto de herramientas hoy en desuso (Gopher, Veronica, Archie) o que servían a los cibernautas experimentados para buscar información e intercambiarse archivos. Con aquellos navegadores primitivos –Mosaic, Netscape o los primeros Internet Explorer de Microsoft- podíamos saltar de unos sitios a otros siguiendo enlaces, pero no había modo de saber quiénes llegaban hasta nosotros. En aquella red, que crecía de manera incontrolada volviéndose cada vez más anárquica, y sin crear ningún valor apreciable para las empresas ni el consumidor, el único nexo vertebrador lo constituían los denominados portales y los primeros motores de búsqueda (¿Quién se acuerda de Altavista?). Todo eso cambió a comienzos del milenio gracias a la difusión masiva de innovaciones de software que hacían posible la ejecución de código en el navegador. Las páginas web ya no se traen desde un servidor, sino que se construyen dinámicamente en el momento de ser solicitadas, con todos los applets y recursos necesitados en ese momento por el usuario. De repente la economía de los enlaces se había vuelto bidireccional. Entonces no solo nació la web 2.0: cambió también la dinámica de la red. Ahora era posible la realimentación, y con ella los blogs, las redes sociales y toda esa enorme variedad de sitios que el usuario tiene hoy a su disposición para compartir contenidos, vender su privacidad a las grandes empresas de publicidad o hacer lo que le dé la gana.

Por mucho que se lea sobre el tema en los libros de gurús como Nicholas Negroponte o Douglas Rushkoff, no se entenderá lo que es la web 2.0 mientras no se tenga claro el papel determinante del feedback. La retroalimentación supone un cambio cualitativo en la dinámica de funcionamiento de los sistemas. Rompe la linealidad de los procesos, repercutiendo sensiblemente sobre nuestra capacidad para mantenerlos bajo control. Si se trata de feedback negativo, como el que hace saltar el termostato de la calefacción o intervenir a la policía en una bronca familiar a medianoche, ni tan mal. Pero la retroalimentación positiva -es decir, aquella en la que el resultado de un proceso vuelve a incorporarse al mismo como material de entrada para ser elaborado en un nuevo ciclo, y así sucesivamente- es harina de otro costal.

Todos estamos familiarizados con un molesto fenómeno que en nuestros tiempos universitarios servía como pretexto para alborotar en clase, y que hoy nos fastidia cuando tenemos que hablar en público: comenzamos nuestro speech o movemos el micrófono y de repente sale por los altavoces un zumbido insoportable. El crescendo -se trata además de un tono puro, sin timbre, muy desagradable para el oído- se produce porque el sonido que sale del altavoz vuelve a entrar en el amplificador a través del micrófono. Este es un fenómeno típico de retroalimentación. Cuando lo que intervienen no son magnitudes físicas, sino elementos de un ecosistema o seres humanos, la retroalimentación nos adentra en el enigmático imperio del caos, de las ecuaciones no lineales, de lo impredecible. De las revueltas populares y los cracks en la bolsa. Pero también de los sistemas emergentes, en el que los investigadores apenas acaban de internarse en nuestros días a través de estudios fascinantes sobre historia urbanística, inteligencia artificial, génesis de organismos pluricelulares o el desarrollo de las colonias de hormigas. La tesis principal es que la interacción entre elementos individuales que actúan impulsados por pautas simples y aplicables a escala local puede generar estructuras y órdenes de tipo superior, además de otros fenómenos difíciles de explicar, de consecuencias imprevisibles y por lo general desproporcionadas a las causas que las originaron. Esta idea es directamente transferible a la Internet de nuestros días, con sus millones de nanopublicadores, comentaristas de blogs y usuarios de redes sociales como Tuenti o Facebook.

Por si todo esto les suena demasiado abstracto, recientemente hemos asistido a un fenómeno de realimentación en la red: el revuelo causado por los insultos contra Patxi López. Todo empezó con un comunicado oficial en el que se hacía saber, de manera oficiosa, que el Lehendakari había tenido que interrumpir su programa de actividades por culpa de un cólico nefrítico. Acto seguido algunos energúmenos exteriorizan en Internet deseos de muerte y sufrimiento extremo contra el titular de Ajuria Enea. El resultado fue una bronca monumental entre los dos partidos principales de la política vasca, con intercambio de comunicados oficiales en los medios tradicionales y el inicio de un nuevo bucle en Internet: intervención de los administradores para borrar determinados comentarios que rebasan los límites de la humanidad y del buen gusto, etc. En la actualidad el asunto no ha parado de reverberar, dando vueltas entre los medios y la red como un pájaro saltando entre los palos de su jaula, y probablemente lo veamos reaparecer en la campaña electoral.

Sospecho que estos fenómenos de retroalimentación van a jugar un destacado papel de aquí a las elecciones. De hecho ya lo están haciendo: a día de hoy, ¿quién podría decir lo que hay de cierto o de exageración en todos esos temas que los partidos utilizan como armas arrojadizas para desacreditarse unos a otros? Gürtel, el Faisán, Mercasevilla, los espías de la Ertzaintza, el CNI dizque infiltrado hasta en los ascensores de Sabin Etxea, las adopciones ilegales durante el Franquismo… ¿Se trata de hechos ciertos y probados o de simples leyendas urbanas propagadas a través de las Tecnologías de la Información? Lo único que conocemos con certeza es su dinámica de retroalimentación: del papel de periódico a los blogs y las redes sociales de Internet, donde se calienta a la audiencia y se la estimula para que esté alerta ante lo que puede salir en el informativo de la noche o en los periódicos al día siguiente. Y vuelta a empezar, hasta que el ruido se hace insoportable y la megafonía deja de ser útil por saturación.

Es bueno que el consumidor de informaciones esté informado sobre el impacto mediático de las nuevas tecnologías, porque de lo contrario el mundo puede convertirse en un lugar mediáticamente molesto -más de lo que ya es, si cabe-. El volcán, aunque siga siendo peligroso, ya no nos inquieta tanto cuando conocemos algo de la geología que lo hace explotar. La próxima vez que leamos en Internet o los medios algo realmente perturbador, estemos prevenidos: puede tratarse de feedback paranoico. Ni tanto ni tan calvo. Con respecto a los políticos que quieran hacer un uso productivo de Internet en sus campañas, simplemente decir que ya no basta con poner en marcha una bitácora para hacerla funcionar como si fuera un pasquín de la Segunda República, ni crear grupos de amigos en Facebook. Eso ya lo hizo Obama, y por ser el primero pudo aprovecharse de una ventaja estratégica que no volverá a existir. Lo que se necesita no son recetas fáciles ni eventos en hoteles, sino un trabajo más serio en el campo de las redes y las Tecnologías de la Información.

De este modo la clase política, sin distinción de color ni siglas, lograría tres ventajas: primero estar preparada para las innovaciones que vayan surgiendo; segundo fortalecer su liderazgo frente a unas bases cada vez más entrenadas en el uso del ordenador, y que todavía toleran que el líder no sepa inglés, pero no que carezca de un blog; y finalmente mayor solvencia moral y capacidad para sacar al electorado de la apatía causada por el ruido de acoplamiento en los altavoces, y que únicamente beneficia a aquellos partidos cuyo peso relativo en la escena política tiende a aumentar con el voto nulo y la abstención.

16/01/2010

Cómo eliminar metadatos de las imágenes

En un post anterior se hizo referencia a todos esos datos que acompañan a nuestras imágenes digitales, y que son añadidos automáticamente por el software de la cámara para facilitar la gestión de las fotos por otros programas o por el propio usuario. Puede parecer trivial que alguien conozca la marca y el modelo del aparato, o los ajustes de disparo, o la fecha y la hora exacta en que la imagen fue tomada. Pero combinando esta información con otras, procedentes de Internet o relacionadas con las propias fotografías, resulta un problema de seguridad considerable, que afecta en primer lugar al usuario y después a su círculo de amigos, a través de una red dominada por la tremenda potencia de los buscadores y la ubicuidad de las redes sociales.

Los fundamentos técnicos aparecen explicados en este post del blog de Sergio Hernando. Sobra decir que las aplicaciones forenses no son exclusivas, y que los metadatos de las imágenes pueden ser explotados para todo tipo de fines crematísticos o ilícitos por detectives privados, empresas de marketing, delincuentes informáticos, agentes secretos o cualquier particular que tenga interés en hurgar dentro de una esfera de privacidad que cada vez se nos hace más permeable.

Si se van a subir imagenes a Internet es conveniente eliminar sus metadatos EXIF. Esto se puede conseguir por diversos métodos. El más sencillo consiste en utilizar un programa de retoque fotográfico como Photoshop o Gimp y guardar el archivo en formato JPEG marcando la casilla de eliminación de datos EXIF. Para limpiar grandes cantidades de imágenes podemos recurrir a Metastripper, una herramienta de free software capaz de trabajar con carpetas enteras.

08/01/2010

Ciberturba contra Cospedal

Durante los últimos días se ha dado a conocer una noticia que podría servir como ejemplo didáctico para el libro «El poder de las redes«, de David de Ugarte, uno de los mejores tratados sobre cultura digital escrito hasta la fecha: un juez de primera instancia de Madrid acaba de citar a María Dolores de Cospedal, Secretaria General del Partido Popular, para declarar el próximo 17 de febrero en relación con sus acusaciones sobre las presuntas escuchas ilegales del gobierno. Se trata sin lugar a dudas de un episodio politizado, y en la mayor parte de los medios que lo reflejan hay que llegar hasta diez o doce líneas por debajo de los titulares para adquirir una visión realista del mismo, muy distinta a las connotaciones de delito, culpa y castigo que en un primer momento transmite la letra grande, sugiriendo la imagen de una líder de la oposición procesada por deslealtad institucional y su poco sentido de estado. Pero creanme si les digo que en este suceso aparentemente anecdótico la manipulación de la noticia -algo a lo que los medios tradicionales raramente son capaces de resistirse- es lo que menos importa. Salta a la vista que nos hallamos no ante una acción penal, sino una simple demanda civil, interpuesta por un grupo de particulares en el que -¡oh, casualidad!- todos resultan ser simpatizantes del Partido Socialista-. Y también que se trata de un mero acto de conciliación. En español: un trámite con menos trascendencia aun que una declaración de herederos o un pleito de piscinas. Si esperaban ver a Cospedal saliendo con grilletes del juzgado se van a llevar una decepción.

La demanda es el resultado de una iniciativa en Internet y sigue todos los pasos de la dinámica que en el esquema ugartiano gobierna la formación de las ciberturbas. Más o menos como las revoluciones de terciopelo en Serbia y Ucrania, el «pásalo» previo al 14-M o el macrobotellón de Sevilla en el año 2006, solo que a escala reducida y con el virtuosismo añadido de que no ha hecho falta concentrar físicamente a la multitud. Un militante socialista con perfil de Facebook, soliviantado por las declaraciones de Cospedal, que él consideraba un desafuero a las instituciones del Estado, convenció a otr@s cinco compañer@s para poner en marcha un grupo que terminaría atrayendo el apoyo de varios miles de personas. Todo sucedió de manera espontanea. Nadie lo organizó ni movió los hilos. De pronto los internautas comenzaron a agavillarse en Facebook, Twitter y los blogs. Como resultado de ello, y sin necesidad de pisar la calle, la demanda aterriza en la administración judicial, retumban los olifantes mediáticos y la Sra. Cospedal se ve obligada a modificar su agenda para acudir a un trámite que el próximo día 17 de febrero contribuirá a engrosar el ingente backlog de pleitos ratoneros que colapsan el sistema judicial de España.

Como se ha dicho, esto es lo de menos. Y también quién tenga razón, si la Secretaria General del PP o toda esa bola de majaderos socialdemócratas que la acosa desde su improvisada Internacional virtual. Yo creo a Cospedal cuando dice que el gobierno está llevando a cabo escuchas ilegales. Pero aquí hay lecciones que aprender. Esto, queridos, es la era digital, y fenómenos como el que acabamos de presenciar menudearán en el futuro. Vivimos en una sociedad distribuida, aunque constantemente nos empeñemos en utilizar sus medios técnicos para virtualizar estructuras y modos de pensar característicos del mundo descentralizado de los siglos XIX y XX. Que te pinchen el teléfono resulta ignominioso, pero más lo es perderse en la red distribuida, e imperdonable seguir sin saber de qué va todo este asunto de la revolución digital. La clase política tiene que espabilar: Cospedal, el resto del gremio, y de paso también la sociedad civil.

04/01/2010

Fotografías inseguras en la Web 2.0

Este es el tipo de cosas que no me gusta ver en Internet, y sería conveniente que todos los que trabajan en el campo de las redes sociales fueran conscientes de los riesgos relacionados con la privacidad. Nada más lejos de mi intención que amonestar a nadie, pero si lo aquí expuesto ayuda a evitar que se cometan chapuzas como esta considero más que justificada mi falta de delicadeza. Lo dicho viene a cuento de que las personas que aparecen en la fotografía son gente destacada de la escena española de los blogs y la Web 2.0. Sus bitácoras abundan en artículos sobre temas de vibrante actualidad como la trascendencia de las redes sociales, la libertad de expresión y una defensa apasionada de las causas más relevantes del ciberactivismo actual. En apariencia la publicación de una foto como esta no tendría que suponer un problema. Se trata de un grupo de amigos que aprovecha las vacaciones navideñas para reunirse, charlar y pasar un buen rato.

Veámoslo en detalle para darnos cuenta de lo que puede llegar a saberse de una simple foto colgada en Internet (En esta versión reducida de tamaño, se han suprimido todos los detalles de seguridad relevantes; tampoco figura el enlace al original). La autora del artículo nos indica que el encuentro tuvo lugar en el Café Zurich de la Plaza de Catalunya. Hasta aquí todo bien. Pero, ¿y toda esa gente que se ve al fondo, perfectamente retratada en actividades usuales de un plácido mediodía barcelonés, leyendo el periódico, consumiendo sus bebidas, charlando con su pareja -o con alguien que puede que no lo sea- o simplemente meditando con cara de bobos sobre los misterios de la vida cotidiana. ¿Estaban invitados a la reunión? ¿Alguien les preguntó si querían pasar a formar parte del telón de fondo de la Web 2.0?

Nada sucedería si esta foto hubiera permanecido en el disco duro de un ordenador. Pero la imagen ya no pertenece a quien la tomó, sino a WordPress y a Google. Rendirán un servicio inestimable a la investigación sociológica y a la economía, sobre todo el día en que un potente software de reconocimiento de imágenes averigüe la identidad de esos insípidos viandantes y permita hacerles llegar ofertas personalizadas sobre productos de hipermercado y planes de pensiones (con un clausulado especial para el individuo del purito, por hallarse incluido en un colectivo de riesgo).

Dirán que soy una especie de paranoico o que me han sentado mal los langostinos la noche de Fin de Año. Aguarden un momento. Esta foto no es tan polémica como la del miliciano de Robert Capa, pero al menos sí que es auténtica, y aun se puede decir mucho sobre ella. Por ejemplo la fecha y la hora exacta en que fue tomada: 27 de diciembre de 2009 a las 12 horas y 39 minutos; la marca de la cámara: Sony DSC-P120, una máquina algo antigua, pero muy popular entre los consumidores. Su propietari@ la compró hacia el año 2004-2005 porque quería un aparatito sencillo, fiable y nada complicado de manejar, capaz de hacer buenas tomas en alta definición (5 megapixel) sin romperse la cabeza con ajustes complicados. Por eso la lleva siempre en automático y con el flash apagado. El sensor se encarga de calcular los parámetros óptimos: ASA 100, obturador a media centésima de segundo y apertura máxima del objetivo a 2:8.

¿Que cómo sé todo esto? No me lo he inventado: son los metadatos EXIF de la foto, que figuran en el mismo archivo JPEG de la imagen, una información evidente que combinada con otras procedentes de Facebook, Google, Linkedln y demás, podrían constituir un caudal de datos muy útil para el comercio, lo mismo que la marca de los cigarrillos que aparecen sobre la mesa. Lo más gracioso de todo es lo que la mujer que aparece a la izquierda ha escrito lo siguiente en su perfil de Facebook: «No me gusta estar con el ordenador en la calle y que me miren a la pantalla por encima del hombro». Pues amiga mía: mejor te vas poniendo las pilas en todo lo referente a privacidad informática.

22/07/2009

Web 2.0 y Software Libre

LthrCuando anuncian una charla sobre redes sociales cabe esperar, por lo general, una arenga a cargo de líderes de opinión empeñados en convencernos de que la Web 2.0 es el cúlmen definitivo de dos siglos de avances informáticos (de Charles Babbage a esta parte). Por ello ha sido una grata sorpresa acudir a esta exposición de Lorena Fernández dentro del ciclo de ponencias veraniegas del grupo E-Ghost de la Universidad de Deusto, planteada desde un ángulo realista y crítico, en la que se han dicho cosas que no agradarán a esa legión de betatesters que entrenan día y noche en el manejo de herramientas de moda como Facebook y Twitter, tan inasequibles al desánimo como ignorantes de los peligros que acechan en las profundidades del ciberespacio.

Aparte de la situación desastrosa de la seguridad personal en la Web 2.0 (ingeniería social, robo de identidades, linchamiento moral y persecución implacable del más tonto), hay varias cuestiones de problemática resolución. Sí, es cierto, todo el mundo está en las redes: empresas, particulares, organismos públicos… O si no, pronto lo estará. Pero, ¿qué hay de la propiedad y la disponibilidad de los datos? ¿Qué quieren hacer de verdad con ellos quienes tan solícitamente se ofrecen para custodiarlos? ¿Qué sucede si el gestor de una red social quiebra y sus servidores desaparecen de la Web 2.0? ¿Cómo garantizar que los propietarios de la información sigan siendo dueños efectivos de la misma en un entorno informático dominado por la descentralización, el cloud computing y la letra pequeña de licencias abusivas?

Sin el Free Software no habrían sido posibles las redes sociales. Pero estas redes no son del todo libres. La impresión es que nos hallamos a mitad de camino entre una propiedad exclusiva al estilo Microsoft y las soluciones libres al 100%, donde Richard Stallman no tendría motivos para ponerse borde y el usuario podría decidir soberanamente sobre sus propios datos. Nos ayudarán a llegar más cerca de este extremo, alejándonos del otro, las propuestas tecnológicas basadas en estándares abiertos: OpenID, OAuth, OPML, APML y microformatos (adición de significado semántico a los contenidos). Más en el blog de Loretahur.