En un post anterior se hizo referencia a todos esos datos que acompañan a nuestras imágenes digitales, y que son añadidos automáticamente por el software de la cámara para facilitar la gestión de las fotos por otros programas o por el propio usuario. Puede parecer trivial que alguien conozca la marca y el modelo del aparato, o los ajustes de disparo, o la fecha y la hora exacta en que la imagen fue tomada. Pero combinando esta información con otras, procedentes de Internet o relacionadas con las propias fotografías, resulta un problema de seguridad considerable, que afecta en primer lugar al usuario y después a su círculo de amigos, a través de una red dominada por la tremenda potencia de los buscadores y la ubicuidad de las redes sociales.
Los fundamentos técnicos aparecen explicados en este post del blog de Sergio Hernando. Sobra decir que las aplicaciones forenses no son exclusivas, y que los metadatos de las imágenes pueden ser explotados para todo tipo de fines crematísticos o ilícitos por detectives privados, empresas de marketing, delincuentes informáticos, agentes secretos o cualquier particular que tenga interés en hurgar dentro de una esfera de privacidad que cada vez se nos hace más permeable.
Si se van a subir imagenes a Internet es conveniente eliminar sus metadatos EXIF. Esto se puede conseguir por diversos métodos. El más sencillo consiste en utilizar un programa de retoque fotográfico como Photoshop o Gimp y guardar el archivo en formato JPEG marcando la casilla de eliminación de datos EXIF. Para limpiar grandes cantidades de imágenes podemos recurrir a Metastripper, una herramienta de free software capaz de trabajar con carpetas enteras.